Para mis hermanas, Montserrat, Jimena y María José, porque de alguna manera todo lo que ha inspirado este ejercicio, está conectado con ellas.
A lo largo los cinco meses que llevo en Barcelona, he tenido oportunidad de dedicar a mí mismo, un tiempo que no imaginé pudiera existir. Al principio resultó por demás complicado. Tras unas cuantas semanas, el grito era inevitable: "¿Qué hago conmigo?"
Y como era de esperarse, una vez que comencé a entenderme, salí de mí y me encontré con el exterior de un modo distinto. No diré "radicalmente distinto", pero es un hecho que las cosas no eran iguales. Paulatinamente se me fueron revelando, con alarmante emergencia, aspectos de nuestra sorprendente arrogancia. El mundo de cabeza en que vivimos. Y algunas cosas empezaron a parecerme tan naturales. Como que abajo puede ser arriba. O que andar hacia atrás puede llevarme hacia adelante.
Claro, en medio de las revelaciones surgió también el agobio, el enojo, la impotencia, la parálisis... ¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? Y así nació la idea de atravesar el espejo para lograr explicarme algunas cosas.
Mi intención es, desde este otro lado del espejo, observarme y observar. E invitarte a hacer lo mismo. Y si quieres decir algo pues que lo digas. En muchas de las auto-confrontaciones que he vivido en estos meses, han estado implicadas personas muy queridas. Iré aprovechando para darles crédito y compartir algo de lo que detonó en mí ciertas reflexiones. Ya me dirás si quieres agregar alguna. Así se irán añadiendo vínculos, imágenes, provocaciones... Y si te unes poco a poco podemos hacer de esto un espacio colectivo. Si te interesa, me dices y quedemos.
Aquí vamos.
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