viernes, 20 de febrero de 2009

Crisis de ideales

Zygmunt Bauman fue hace un año uno de los detonadores de este espacio. En estos días, preparando una de mis clases, me reencontré con uno de sus provocativos textos. En Vidas Desperdiciadas, Bauman describe con ojo crítico la cultura de residuos que caracteriza a nuestra modernidad líquida. Transcribo aquí un fragmento del texto que trabajé en clase con mis chicos. 
Para resumir: en ningún otro tiempo ha sonado más verídico que como suena en nuestro mundo moderno, licuado y fluido, el memorable veredicto de Robert Louis Stevenson, según el cual «viajar con ilusión es mejor que llegar». Cuando los destinos mudan o pierden su encanto más rápido de lo que pueden caminar las peirnas, rodar los coches o volar los aviones, seguir de viaje importa más que el destino. [...] La líquida cultura moderna ya no parece una cultura de aprendizaje y acumulación, como las culturas registradas en los informes de los historiadores y los etnógrafos. Más bien parece una cultura de la retirada, la discontinuidad y el olvido.

En esta clase de cultura, y en las estrategias políticas y vitales que valora y promueve, no queda mucho espacio para los ideales. Menos espacio para los ideales que provocan un esfuerzo a largo plazo, continuo y sostenido, de pasitos que llevan con ilusión hacia resultados ciertamente remotos. Y no queda espacio en absoluto para un ideal de perfección, que extrae todo su atractivo de la promesa del final de la elección, el cambio y la mejora. Para ser más precisos, semejante ideal puede seguir rondando sobre el mundo de la vida de un hombre o una mujer modernos y líquidos; ahora bien, sólo como un sueño, un sueño que ya no se espera que se haga realidad y que, cuando apunta a lo concreto, rara vez se desea que se haga realidad. Un sueño nocturno que casi se disipa a la luz del día.

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